El medio ambiente es un sistema formado por elementos
naturales y artificiales que están interrelacionados y que son modificados por
la acción humana. Se trata de todo
aquello que nos rodea y cualquier lugar en donde podamos estar. Los seres vivos, el suelo, el agua, el aire,
los objetos físicos fabricados por las personas, los elementos simbólicos así
como las tradiciones componen el medio ambiente.
La salud y la calidad de vida de las personas así como la
capacidad de generación de riquezas de la sociedad, dependen de la calidad del
medio ambiente y de la adecuada conservación de sus recursos. La dinámica económica de producción y consumo
de bienes y servicios acarrea consigo costos ecológicos y ambientales conocidos
como externalidades (ejemplos típicos son la extracción de recursos naturales o
la emisión de sustancias contaminantes).
Usualmente, las externalidades no se contemplan y en el
mejor de los casos, se infravaloran porque en el análisis económico
convencional, los residuos no son propiedad de nadie. Además, la teoría económica clásica, no
considera la naturaleza y los recursos naturales como factores de producción. Sin embargo, la dinámica económica no es un
sistema cerrado pues es la naturaleza quien nos suministra los recursos y
materias primas al tiempo que es la receptora final de todos los bienes
transformados en residuos.
Esta situación plantea la necesidad de internalizar las
externalidades. Es decir, tener en
cuenta los impactos ambientales y la destrucción de los recursos naturales por
lo que las empresas y los consumidores, deberían incluir los costos ambientales
dentro de su contabilidad para mantener la viabilidad no sólo del sistema
económico sino también de la vida humana.
Nuestro modelo de crecimiento económico se ha basado en una
expansión urbanística acelerada y no armonizada, afectando negativamente
nuestro entorno y promoviendo el derroche y la contaminación provocando además
flujos migratorios y consecuentemente, asentamientos humanos improvisados y
precarios reproduciendo un patrón insostenible que afecta negativamente la
calidad de vida de nuestros ciudadanos.
La destrucción del medio ambiente es una de las causas
estructurales del subdesarrollo.
Garantizar el derecho de acceso al agua potable, al aire limpio, a la
seguridad alimenticia, a la tierra no contaminada[1], a una vivienda digna y a
un saneamiento seguro solo es posible si contamos con recursos naturales
suficientes y hacemos una adecuada gestión de los mismos.
Por tal razón, es fundamental que en el proceso de toma de
decisiones, los aspectos de protección y adecuada gestión del medio ambiente,
tengan igual importancia que la planificación y el desarrollo. No hacerlo implicará que el país no pueda
contar con políticas energéticas, industriales, agropecuarias, de transportes,
etc. concebidas como ejes interdependientes del desarrollo nacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario